Pasear, desconectarse, saludar a viejos amigos y, más que nada, aprovechar el tiempo libre para estar con la familia. Como casi todos los futbolistas que juegan lejos de su casa, Ángel Correa dejó Madrid, donde juega para el Atlético, con la idea de desenchufarse, de despejar la cabeza y prepararse para la próxima temporada. Sin embargo, este lunes recibió una noticia que lo sacudió.
Tratando de sacarle el mayor rédito a las vacaciones, el jugador de la Selección llegó a la Argentina dispuesto a repartir sus días entre Buenos Aires y Rosario, la ciudad en la que nació. En la primera, tenía previsto ver a varios conocidos de su paso por San Lorenzo. Y así lo hizo.