"Cuando cursaba séptimo grado y estaba preparándome para el ingreso a un colegio secundario tomaba el 106. Yo vivía en Floresta y me iba al centro todos los días, y cuando volvía a las seis de la tarde en el 106 no sabés lo que era. Entonces, me acuerdo que venía con un montón de carpetas en un brazo y en la otra tenía una bolsa que pesaba tanto que como que me iba cortando los dedos y, en un momento, yo tenía como la mano semi abierta y siento algo caliente en la mano, y voy a hacer "así" pensando que era algo de las bolsas que llevaba y literalmente me quedé con los huevos de un tipo en la mano", relató.
"Me dio tanto miedo que después cuando vi un asiento me senté, pero tenía terror de que me siguiera, yo dije si no se baja yo me voy con el colectivero hasta Liniers, que era donde terminaba el 106. Por suerte se bajó antes, pero yo después de ese día dije cualquier persona que abusa de una mujer tendría el alicate de las cutículas y le iría pellizcando de a pedacitos el miembro, yo sería muy sanguinaria, porque cuando vos tenés la libido puesta ahí es muy difícil sacarlo", agregó.
"Llegué a mi casa, lo conté y a partir de ahí empecé a tomar recaudos en el colectivo, donde trataba de ir a lo último, apoyaba la cola ahí y quedaba siempre de frente. Siempre me quedó grabado. No me dejó ningún trauma con los hombres, pero sí supe que si tenía que defenderme al punto de o es él o soy yo siempre iba a ser yo", concluyó.