Kate Middleton no llevaba segundos después de bajarse de la limusina que la llevó hasta la Abadía de Westminster para casarse con el príncipe William, cuando sastres y diseñadores en todo el mundo ya estaban terminando bocetos del vestido de novia para empezar a confeccionar las copias. El vestido había sido un secreto muy bien guardado y había una gran expectativa para ver qué tendencias estaría marcando en el mercado. El diseño blanco marfil de Sarah Burton, de la casa de Alexander McQueen, tuvo una recepción positiva inmediata. Los expertos lo destriparon de pies a cabeza. Todos coincidieron en que la novia no estaba imponiendo ninguna moda nueva, pero resaltaron la elegancia controlada, con pronunciado descote en "V" y corpiño elaborado con apliques de encaje. Los bocetos copiados frenéticamente de la televisión desatarán una carrera contra el reloj para producir réplicas en masa que se espera que estén en las tiendas para junio. Se espera que, si las novias no optan por una copia, por lo menos el "vestido Kate" podría imponer las mangas de encaje en futuros diseños, no solo para matrimonios sino para otras ocasiones especiales y revertir la tendencia actual de vestidos con los hombros desnudos. Algunos observadores señalan que, con su diseño, Sarah Burton rindió tributo a la actriz y princesa de Mónaco, Grace Kelly, que también lució mangas con encajes cuando se casó con el príncipe Rainiero hace 50 años. Brian Beitler, jefe de mercadeo de David's Bridal, la mayor cadena de vestidos de novia de Estados Unidos, cree que Catherine, la nueva duquesa de Cambridge, podría inyectarle vida a la industria de la moda matrimonial, que ha sentido el golpe de la recesión. Lo mismo opinan en la casa diseñadora Faviana, en Nueva York, donde la jefe de diseño, Shala Moradi, piensa que todas las novias van a querer ser como Catherine. Faviana espera terminar su prototipo este lunes, para ser enviado a fábricas en China o para su confección en Estados Unidos. Las principales tiendas de departamentos ya han hecho sus pedidos.