En Corea del Sur, donde los perros son considerados un manjar tradicional y apenas recientemente se han popularizado como mascotas, el amor de Jung por sus amigos caninos es visto por algunos como extraño. Pero otros la ven como una defensora de los derechos animales.Por rescatar y cuidar a perros durante 26 años, Jung se ha mudado siete veces debido a las quejas de los vecinos sobre el ruido. A menudo se detiene a recoger a los perros que vagan en las calles y ha comprado a otros en peligro de ser vendidos a granjas de carne de perro o restaurantes.Algunos cuestionan si alguien tan pobre como Jung, quien se gana la vida limpiando una tienda y recogiendo cajas reciclables, puede alimentar y cuidar a tantos perros.Lo cierto es que muchos animales que no tenían un techo donde guarecerse de la lluvia (o que directamente tenían como destino convertirse en alimento de personas) hoy reciben cariño y un mínimo confort. Una historia de vida ejemplar.