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Luis Puenzo habló sobre "La historia oficial: "La tuvimos que rodar en secreto”

"La película es lo que es... Creo que hice lo justo, creo que dice lo que tenía que decir", afirmó el director al presentar la versión restaurada de "La historia oficial", la primera película argentina en alzarse con el Oscar en 1986.
A24.com | []
por [] | 20 mar 2016, 15:02
La actriz Norma Aleandro en el relanzamiento de la película de 1985.

La película es lo que es... Creo que hice lo justo, creo que dice lo que tenía que decir”, afirmó el director Luis Puenzo al presentar la versión restaurada de “La historia oficial”, la primera película argentina en alzarse con el Oscar en 1986. “No le tocaría una coma”, añadió.

Rodeado por tres de sus protagonistas —la actriz argentina Norma Aleandro, que en 1985 ganó por su papel el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes, compartido ex aequo con Cher por “Mask”—, el chileno Patricio Contreras y Analía Castro, que tenía cuatro años en el momento del rodaje, Puenzo señaló a la agencia alemana de noticias: “Las películas deben vivir como los libros, para toda la vida, para toda la eternidad”.

“La historia oficial”, que será reestrenada el próximo jueves 24 de marzo, en coincidencia con el 40 aniversario del inicio de la última dictadura militar en Argentina, tiene un peso mítico dentro de la cinematografía nacional, no sólo por los premios cosechados —incluyendo el Globo de Oro a la mejor película extranjera— sino también por su valor testimonial, ya que abordó el tema del robo de niños durante la dictadura, por ese entonces un tema tabú.

La película está contada desde el punto de vista de Alicia (Norma Aleandro), una profesora de Historia de clase acomodada que vive una existencia en apariencia idílica junto a su marido (Héctor Alterio), un empresario exitoso con vínculos muy cercanos a los militares, y su pequeña hija adoptada, Gabi (Analía Castro). Sin embargo, el mundo de Alicia se derrumba cuando comienza a sospechar por sus conversaciones con su amiga Ana (Chunchuna Villafañe), que acaba de regresar del exilio, y un profesor de Literatura militante (Patricio Contreras) que su hijita adoptada podría ser hija de una mujer desaparecida.

“La hicimos en un momento en que no era fácil hacerla. Fue muy difícil porque íbamos con miedo a filmar. Lo tomé como un deber de ciudadana más que una película como actriz”, recordó Aleandro, que acababa de regresar al país desde el exilio. “Resultó bueno hacerla, en su momento para que mucha gente se enterara de lo que no se había enterado o no se había querido enterar, y hoy día para que siga viva la memoria para seguir buscando y reparando mínimamente el desastre que sucedió”.

“La historia oficial” fue escrita por Puenzo y la guionista Aída Bortnik (“La tregua”) en 1983, año en que aún gobernaba la junta militar (Raúl Alfonsín asumió como presidente democrático recién en diciembre de ese año). “Escribíamos en un presente exageradamente presente”, recordó Puenzo.

Si bien la película se rodó mayormente en 1984, algunas escenas del filme, producido por el también director Marcelo Piñeyro, como aquella en que Alicia ve a las Madres de Playa de Mayo exigiendo la aparición con vida de sus hijos desaparecidos, fueron grabadas en 1983. Los policías que aparecen son los que estaban desplegados en la Plaza de Mayo y los manifestantes corean una de las consignas más fuertes de la época: “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”.

Camuflados. Para poder grabar las imágenes, Puenzo y su equipo, entre el que se encontraba el director de fotografía, Félix Monti, consiguieron credenciales de prensa y se hicieron pasar por periodistas. Los interiores se rodaron en la casa en la que vivía Puenzo con sus hijos. Los padres de la pequeña Analía recibieron amenazas.

Cuando se acercaron a las Abuelas de Plaza de Mayo para documentarse para la película, éstas recién habían logrado identificar a tres nietos secuestrados: hoy día son 119. La carpeta con fotos de niños secuestrados que Alicia hojea en el filme era la carpeta original de las Abuelas. Entre las fotos que se ven pasar está la de la nieta de Chicha Mariani, una de las líderes de Abuelas, que la sigue buscando.

“Es impresionante ver que la película no ha envejecido. En los últimos días ha habido declaraciones que tienden a desacreditar muchas partes de la memoria histórica, sobre todo de ese periodo tan dramático”, dijo Patricio Contreras, posiblemente en referencia a las declaraciones recientes del ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, que puso en duda que los desaparecidos hayan sido 30.000.

“Por eso siempre es bueno ver la vigencia, la fuerza que tiene esta película. Y que se haya restaurado para que siga siendo un documento insoslayable de la historia de los argentinos”, añadió el actor.

“Es raro porque yo no me acuerdo mucho de la película, pero sí de las cosas que pasaban detrás, como que había gente tirada al lado de la cama filmando. Fue un placer poder verla bien, que se escuche bien, y ya desde otro punto de vista”, dijo por su parte Castro, que era una niña cuando filmó y que de adulta no se dedicó a la actuación. “Creo que todavía hay un ellos y un nosotros. Estos chicos siguen apareciendo y está bueno volver a verla para no olvidar estas cosas”.

El proceso de restauración constó de varias etapas: el lavado de los negativos originales, el escaneo del material fílmico a 4K (el estándar de calidad digital más alto en estos momentos), el reencuadre de algunas tomas y la corrección del color. Luego siguió una restauración cuadro por cuadro para eliminar las marcas de deterioro físico por roturas, humedades y otros factores, y finalmente se generó un nuevo negativo en 35 mm y copias digitales. Además, se remasterizó la música.

“Lo que más quiero es verla restaurada con chicos menores de 40 años argentinos”, confesó Puenzo, que contó que muchos de los integrantes del equipo de restauración fueron, además de algunos técnicos originales como Monti, chicos menores de 30 años. “Todos querían ver la película antes de retocarla técnicamente. Y después venían asombrados y me decían: «¡Pero es buena!»”, recordó entre risas.